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SANTIAGO BERNABÉU EN PLENA ACCIÓN
El que fuera presidente del Real Madrid (1943-1978) disputa un balón ante el equipo rival, en su época como delantero del conjunto blanco (1912-1927).
El fútbol español atravesaba por un momento de dificultad e indefinición. El Real Madrid no fue ajeno a él, pero lo superó gracias al buen hacer de sus directivos. Ellos, ante la creciente afición, vieron la necesidad de un cambio de campo para facilitar esa gran afluencia de público y así obtener más ingresos. Se produjo el traslado al estadio de O’Donnell. A tal punto llegó la dimensión de nuestro club que la Mayordomía Mayor de S.M. el Rey concedió al Madrid el título de ‘Real’ (1920).
La constitución de una Federación se pensó que sería una rápida solución a la crisis, pero no. Cada sociedad miraba por sus propios intereses, y mientras unos apoyaban a la Federación, otros formaron un organismo paralelo, la Unión de Clubes. La desilusión y el desencanto fueron la nota predominante también en el Madrid. Incluso la junta directiva tuvo que evitar la ‘dimisión’ del presidente, Adolfo Meléndez.
La duplicidad de competiciones y de intereses no debilitó la expectación por el mundo del balompié. Los aficionados seguían acudiendo a ver a su equipo. El Madrid, con el cambio a O’Donnell, había dado un primer paso hacia la profesionalización. Más espectadores, más recaudación y más presupuesto para fichar jugadores. El nuevo campo era el mejor de la Villa y Corte, con una capacidad de 5.000 espectadores.
La temporada 1915-1916 se saldó con una brillante actuación en el Campeonato de España. Subcampeones tras vencer en una épica semifinal al Español y caer en una no menos enconada final ante el Athletic de Bilbao. Las circunstancias de aquella final dejaron secuelas y terminaron con la dimisión días después de toda la junta directiva. Pedro Parages tomaba el mando en detrimento de Adolfo Meléndez. El cambio dio buenos frutos y, a la temporada siguiente, el Madrid volvía a ser campeón de España.
En vista de la enconada lucha entre la Federación y la Unión de Clubes de los últimos años, el rey Alfonso XIII decidió intervenir. Recibió al presidente de la Federación, Juan Padrós, y reconoció a ésta como único organismo representativo de nuestro fútbol. Al mismo tiempo se instó a la Unión a “adherirse y olvidar antiguas rencillas”. En ese momento se firma una reconciliación que recondujo al balompié español.
Solucionados los problemas organizativos y de representación, todo vuelve a sus cauces normales. Es el momento en el que apareció la gran figura del Madrid, Santiago Bernabéu. Y lo hizo como futbolista. Delantero robusto y de una gran capacidad goleadora, el manchego acabó convirtiéndose en capitán del equipo y hombre de referencia en el club. Era el presagio de lo que sucedería años más tarde, ya al frente de la entidad.
No había sido una época muy prolífica en lo deportivo para el Madrid en los últimos tiempos. La expectación que generaba el equipo no se plasmaba en títulos. Pero eso cambió en la temporada 1916-1917. El equipo blanco, tras una durísima semifinal con el Europa, se plantaba en la final contra el temido Arenas de Guecho. Los pupilos de Arthur Johnson cuajaron un partido espectacular, venciendo en la prórroga y devolviendo el título a las vitrinas madridistas